El pasado mayo, nos reunimos en las salas de la Fundación Tomillo adultos y niños, con la idea de compartir unos momentos musicales.
Allí, había desde profesionales de la música hasta los que disfrutan con su compañía. Abuelos, tíos, padres, profesores, niños desde 10 hasta los 5 años. Más o menos unas, 20 personas, entre adultos y niños.
El encuentro empezó tras las respectivas presentaciones de los niños, pues ellos son los protagonistas del evento, junto a nuestra amiga la música. Después, Hubert nos presentó las primeras melodías y los niños fueron conociéndolas. Poco a poco, su escucha fue más consciente. Pero eso les requirió grandes esfuerzos de concentración y un necesario descanso: zumos, galletas, gominolas y algún juego que otro en el jardín.
De nuevo en la sala, fuimos conociendo a más melodías y jugando con ellas, poco a poco, las fuimos interiorizando. Tras una relajación musical… ¡A comer!
Por la tarde, hubo dos grupos. Los adultos estuvieron con Hubert, preguntándole dudas sobre el trabajo musical con los niños y escuchando piezas musicales para una posible presentación al día siguiente, al grupo infantil. Los niños, lo mismo, se quedaron con tres adultos, para guiarlos en su escucha musical. Todo comenzó elaborando un pastel a través de nuestros gestos. La tarta musical fue llenándonos de diferentes melodías. ¡Fueron momentos mágicos de nuestra vida! Luego, nos relajamos con un canon. Por parejas, sentados, seguíamos la melodía en la espalda de nuestro amig@, sólo había que seguir el dibujo presentado. Por último, acabamos bailando con nuestro “eco”, como en las fiestas de los palacios reales. ¡Fue fantástico!, pero cansados también. Estas melodías requieren mucho de nuestra persona y de nuestra alma ¿no?
Al día siguiente, domingo, por la mañana. Los dos grupos de nuevo juntos: infantes y mayores presentan los diferentes trabajos musicales vividos el día anterior. Todas las melodías nos suenan, ¡ya las conocemos!, ¡es genial, ayer nos conocimos y hoy nos reencontramos! Fue toda una experiencia y vivencia musical para ambos. Todos nos vamos con una sonrisa en nuestra boca y en nuestra… alma. Sin saber que algo ha cambiado en nosotros. “¡Hasta la próxima!”, decimos. “¿Cuándo podrá ser?”, pensamos en silencio.
ESTA ES UNA POSIBLE IDEA ¿QUÉ OS PARECE?
Diana Batanero Cremades
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